28 ene 2011

Los complejos de Butters

Supongo que todos se habrán enterado del altercado Alan Diez-Phillipe Butters en una radio local. Aunque parezca una anécdota sin importancia en el contexto del mediocre espectáculo mediático, pienso que hay algunos puntos que merecen reflexión. 
Las relaciones humanas se basan en dos pilares fundamentales: el respeto y la tolerancia. La barbarie estalla ante la ausencia de reglas, ¿Se imagina usted amigo lector si cada uno hiciera en su entorno social caso omiso de las normas básicas de conducta consagradas por la civilidad a lo largo de los siglos, lo destructivo que sería? Existen maneras, formas de reclamar o exigir una retractación. 
No podemos andar por ahí espetando insultos o críticas violentas cuando es claro que éstas no tienen asidero, hacer tormentas en vasos de agua sin tener en cuenta la dignidad de los agraviados, su integridad de seres humanos. 
Está claro que Butters no fue sorprendido. Si Alan Diez nos llama previamente para concertar una entrevista sabemos de antemano el tenor que tendrá la charla, no esperamos del moreno un análisis profundo a lo Hildebrandt sino bromas y chapas a lo Ferrando. 
Butters, que no es ningún tonto, acepta la entrevista radial con la premeditada intención de causar un daño moral. Se dice ofendido por el juego de palabras de la presentación y dispara: “Mi apellido tiene historia, el tuyo no”. Aduce después que lo están difamando, que lo que afirma Diez no es un “trascendido” sino un vulgar “chisme” y eso, un personaje de su estatura moral no puede permitirlo. 
Alan le recuerda que precisamente le abría las puertas de su programa para que desmintiera todo aquello. 
“Te invité a almorzar a mi casa, me debes plata encima” bramó “El Especialista”, prueba fehaciente de una relación amical anterior pues nadie en su sano juicio recibe en su hogar a un desagradable. 
¿Por qué no arreglar las diferencias minutos antes cuando se concertaba el diálogo en privado? ¿Por qué hacerlo “al aire” ante millones de oyentes que estupefactos escuchamos el triste vejamen? Es una traición al colega pues con alevosía y ventaja se le agravió moralmente. 
Butters le endilgó también: “Eres un simple payaso, yo no”, cuando todo el mundo sabe que este señor ha patentado un nuevo género de periodismo deportivo, el “cómico de opinión”. Pero cualquiera no puede hacerlo, hay que reconocerle a Phillip una capacidad verborrágica para la ofensa digna de asombro. Esto viene de formación, es la ira pura, el desprecio total hacia lo antagónico, el elogio al pisoteo, el escupitajo al vencido, el ensañamiento, la burla cruel. 
Magaly Medina, otra experta en la materia, lo sufrió y puede dar fe de ello. La “Ley del Taleón” (ojo por ojo) es anacrónica, propia del medioevo, primate y visceral es lo que menos necesita una sociedad hostil y violentada como la nuestra. 
Picón como él sólo, Butters ha demostrado que a pesar de las ínfulas que se procura sólo se trata de un tipo con múltiples complejos. No se da cuenta que ese personaje entrador, violento, que siempre va “Al Ataque” con cierto éxito no es sino el producto de una sociedad enferma, envilecida por los medios que a su vez normalizan patologías. 
Finalmente viene a ser otro “payaso” en este circo patético (léase farándula chola). Decepcionante, lo pensábamos algo más inteligente. Como comunicador falló pues le brindó un espectáculo cobarde y grosero a un público que merece respeto. Pero hay que comprenderlo, finalmente estamos condenados a producir lo que somos y este señor reveló aquella tarde su indigencia de calidad y hombría.

1 comentario:

Rafo dijo...

Diez y Butters, dignos representantes del periodismo deportivo nacional. ¿Pero, cuánto de lo mismo vemos a diario en la Política nacional? Acaso, ¿Alan García con su soberbia y gordura no se parece a Butters?

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